Harry Feversham, uno de los soldados británicos de más impecable reputación, no puede menos que sentirse consternado al recibir, a finales de 1882, cuatro plumas blancas (ofensivo e inequívoco símbolo de cobardía), por haber decidido no acompañar a su regimiento en una arriesgada campaña en Sudán, para permanecer en Londres junto a su prometida. Sin embargo, no le faltará ocasión para demostrar su valentía y su profundo sentido de la amistad, cuando sus compañeros son víctimas de un devastador ataque de los rebeldes sudaneses. Feversham entra con todos los honores en la galería de personajes inolvidables, de compañeros cuya rectitud moral ha sido ejemplo para miles de lectores de todas las edades. Con Las cuatro plumas A.E.W Mason dejó a la posteridad no sólo la gran novela sobre el sentido del honor tal como se forjó en la edad dorada del Imperio británico, sino un emocionante canto a la camaradería, a la amistad y, en última instancia, a las distintas formas de arnor.