En la Cuenca de Segura, se ha generado un rico patrimonio hidráulico y toda una Cultura del Agua relacionada con el riego y el "animus regandis" de las gentes que han creado y mantienen el rosario de huertas, del tramo del Segura conocido como "Valle de Ricote". Además de situar en el cauce los sistemas de azudes y acequias para sangrar el río y conducir el agua hacia las huertas más bajas, (riego bajo acequia); han aplicado una serie de artilugios elevadores de agua, como las norias y ceñas que, situadas de forma escalonada en las laderas, han permitido llevar el agua de las acequias a los terrenos situados por encima de ellas. Para elevar el agua a las partes más altas, e incluso fuera del Valle, (riego por elevación), hubo que esperar, ya en el siglo XX, al empleo de grupos de máquinas y motores de impulsión como los del Resurrección en Abarán (1912-2012).