La increíble historia, pero cierta al parecer, de su entrega a una misión contraria a toda lógica es lo que relata en El soldado alto. "Cuarenta años dedicó Manuel Álvarez a la búsqueda del 'soldado alto' que le había salvado la vida. Cuarenta años de una odisea que resulta todavía más emocionante y conmovedora por el hecho de ser verídica. Manuel Álvarez acababa de cumplir los once años cuando sus padres, ante el peligro que entrañaban los bombardeos franquistas de la ciudad de Tarragona, decidieron enviar al chico a Corbera, confiando en que allí estaría a salvo. Pero Corbera se convirtió inopinadamente en uno de los objetivos de las tropas nacionales y, consecuentemente, en escenario de cruentas luchas entre el ejército franquista y el de la República. Bajo el impacto de los proyectiles, los depósitos de agua del pueblo saltaron en mil pedazos. Alcanzado primero por los escombros y arrastrado después por la torrentera que formaron las aguas, Manuel Álvarez habría muerto, destrozado, entre las rocas que bordeaban el río, a no ser por la providencial aparición del 'soldado alto', que le rescató de la furiosa corriente y lo llevó a un puesto de socorro. Al entregar al chico, el soldado sólo pronunció dos palabras: Yo canadiense. Fue la única pista que dejó, antes de desaparecer. Posteriormente, el muchacho prometió encontrar a aquel hombre, para agradecerle personalmente el que le hubiese salvado la vida. Una misión imposible, pero que la tenacidad y el espíritu indomable de Manuel Álvarez supieron cumplir. El 'soldado alto' acabó por aparecer... Aparte del relato personal emotivo, este libro es también documento sobre la guerra civil española y homenaje a la Brigada Mackenzie-Papineau, en la que se enrolaron numerosos canadienses para luchar por la causa republicana española."