

Smiley no buscó conscientemente el punto débil de Karla, su viejo rival y supremo dirigente de los servicios secretos soviéticos. Por primera vez, Karla se comportaba de forma aparentemente atolondrada y recurría a burdos aficionados. Debía de llevarse entre manos algún plan muy maquiavélico o muy torpe, a menos que se tratara de algo íntimo y personal. Y eso es lo que va descubriendo Smiley, rescatado de su aburrida jubilación para encontrarle un sentido a aquel cúmulo de despropósitos: que el problema de su rival es demasiado parecido al suyo propio, desesperanzado, íntimo y desmesurado. Y resurge la gente de Smiley, viejos agentes, antiguos espías y permanentes fantasmas que le han acompañado a lo largo de toda su existencia, unos fantasmas que le han atormentado, pero que a la vez han dado sentido y contenido a su vida, que Karla aprovechó en su contra y que él se verá obligado a emplear, mal que le pese, para culminar lo que será valorado por los demás como su gran triunfo, aunque para él sea un nuevo factor de incertidumbre sobre la condición humana.
Ficha técnica
Buen estado