Cuando la vida se pone un poco difícil. Wanda Lane jamás esperó encontrarse en la situación en la que estaba al llegar a los treinta. No se habla con sus padres porque se casó con un gilipollas ofensivo. George, el gilipollas que ahora es su ex marido, la llama desde Alaska a menudo, bien para suplicarle perdón, bien para amenazar con matarla, dependiendo de dónde sople el viento. Y por si eso no bastara, sufre una caída mientras intentaba arrearle un golpe a un odioso abogado, que le produce una herida en la cabeza que hace que ahora escuche música imaginaria que no puede reconocer. ni hacer que pare. Pierde su trabajo y sospecha que también ha perdido la cabeza. ¿Qué puede hacer en estas circunstancias una chica? Bueno, pues beber. Intentar convencer al sexy abogado Walter Briggs para que la ayude a ponerle una demanda a casi todos aquellos a quien conoce. Pero cuando George se dirige a Tennessee empeñado en vengarse, Wanda se da cuenta de que el único modo de solucionar sus problemas empieza por ella misma. Con la ayuda de su terapeuta y amiga, Elizabeth, y un puñado de notas adhesivas, Wanda empieza por disculparse con sus viejos amigos, enfrentándose a los demonios que la llevaron a casarse con George, y a descubrir lo que quiere de la vida. y a quién quiere a su lado. Ojalá pudiera reconocer esa dichosa canción.