Después de realizar el tratamiento para un guión acerca de la vida de Napoleón que debería ser dirigido por Stanley Kubrick, Burguess vio como el tiempo transcurría sin avances. La costosa concepción del director norteamericano requería la intervención de una financación monumental que nunca terminó por llegar. Durante su espera, deseoso por ver publicada su obra acerca del conquistador francés, optó por elaborar un narración apoyada en una concepción musical. Así, este libro se divide en cuatro movimientos. El primero de todos refleja al ascenso al poder de Bonaparte, mientras que el cuarto se le representa como un Prometeo encadenado en la isla de Santa Elena. Otras voces intervienen en esta sinfonía, desde los parientes corsos hasta los mariscales, los gruñones veteranos de la Vieja Guardia, o Barras, Telleyrand, madame de Stäel y muchísimos otros. ¿Y la inconstante e infiel Josefina? Paradójicamente ella es para el emperador el único remanso de paz, de eternidad y de amor verdadero. Una sinfonía tragicómica-en cuatro movimientos, con una overtura a Josefina y una coda a la Historia Universal-que toma como modelo la Heroica de Beethoven para crear una obra irreverente, divertida y brillante donde Burgess exhibe con desenfado todo su virtuosismo y erudición. El resultado es un Napoleón tan vivo que el lector tiene la impresión de haberlo conocido.